Ese molesto polvo que se acumula en cada rincón de nuestra casa, y que limpiamos diariamente de pisos, ventanas y muebles, está compuesto en una pequeña medida por el polvo que entra de la calle, pero casi en su totalidad por excrementos de ácaros que se alimentan de nuestra piel muerta, y que tiene la apariencia de polvo.
Aunque no puedas ver el proceso, cada minuto del día perdemos aproximadamente 40 mil células muertas de la superficie de nuestra piel, un equivalente a 4 kilos al año.
Los ácaros del polvo -o ácaros domésticos- son familiares directos de las arañas y de las garrapatas, sobreviven en todos los climas, y son tan pequeños que sólo son visibles con un microscopio. Se alimentan de escamas de nuestra piel y se proliferan en las fibras textiles, especialmente en las naturales, como: camas, alfombras, edredones, mantas, colchones, ropa, cortinas, almohadas, cojines, muebles, y asientos de automóviles.
Estos mini intrusos no muerden ni contagian enfermedades, son calificados como inofensivos; sin embargo, son los responsables de los síntomas de alergia que sufren cantidades de personas alrededor del mundo. En otras palabras, la mayoría de la gente alérgica al polvo, en realidad es alérgica a los excrementos de estos minúsculos insectos. Las enzimas que excretan los intestinos de los ácaros, atacan las vías respiratorias y provocan síntomas parecidos a la gripe y al asma, como estornudos, congestión, picazón en la garganta, flema, tos y ojos irritados, entre otras.
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