Cada año, más de 1/3 de los alimentos producidos globalmente se desperdicia, y más del 40% de la comida ofrecida en el comercio minorista, es desechada. Según la ONU, más de 720 millones de personas pasan hambre en el mundo; sin embargo, con tan sólo ese 1/3 de lo que desperdiciamos, se podría alimentar al planeta entero.
A través del tiempo, hemos adquirido hábitos que afectan al planeta y ejercen una presión adicional sobre los recursos naturales. Cuando desperdiciamos comida -además de tirar el dinero-, desperdiciamos la mano de obra y muchos recursos valiosos como las semillas, el abono y el agua; una cadena necesaria para la producción de alimentos.
Uno de los problemas más serios, es el desecho de cientos de toneladas de frutas y verduras en los supermercados. Si el producto presenta un aspecto imperfecto -aunque su valor nutricional sea el mismo que uno en buenas condiciones-, nunca será comprado, y sin duda alguna terminará en un basurero. Tanto el productor como el mayorista tienen que calcular estas exorbitantes pérdidas de dinero, y la única manera de amortiguarlas es subiendo los precios.
¡Deja los prejuicios a un lado! Compra frutas y verduras “feas” o irregulares; éstas son igual de buenas y le harás un favor al planeta, a los millones de personas que pasan hambre, y a tu bolsillo.
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