Esta milenaria raíz -de la familia del jengibre-, es originaria del Sur de la India e Indonesia, y es más antigua que Cristo. Últimamente la hemos oído nombrar mucho, pero tal vez no sabemos para qué sirve.
Con su inconfundible color anaranjado brillante, tradicionalmente se le utiliza como especia; se le conoce como “el azafrán de la India”, por ser el ingrediente base en la elaboración del curry. También se utiliza como colorante de alimentos y con fines cosméticos; sin embargo, su aporte medicinal es aún más valioso:
A la cúrcuma se la conoce como el antiinflamatorio natural por excelencia. La inflamación, es la respuesta de nuestro sistema inmunológico para proteger nuestro organismo de infecciones y lesiones; su finalidad es localizar y eliminar el tejido dañado, para que el cuerpo pueda comenzar a recuperarse.
La inflamación se identifica por el enrojecimiento de la piel, por la hinchazón, por el dolor físico, o por el calor excesivo en alguna parte del cuerpo. Si la inflamación persiste, se convertirá en inflamación crónica; algo muy perjudicial para la salud.
Por sus propiedades antiinflamatorias y analgésicas, la cúrcuma reduce notablemente la inflamación, alivia los síntomas de dolores musculares, de la artritis, y de dolores menstruales, entre muchos.
Puedes consumirla en forma de infusión, o espolvorearla sobre tus comidas.
Infusión de Cúrcuma
- Poner a hervir dos tazas de agua.
- Una vez en ebullición, añadir una raíz de cúrcuma pelada, o una cucharadita de cúrcuma molida.
- Reducir, agregar ¼ cucharadita de pimienta negra y cocer a fuego lento durante 5 minutos.
- Tapar, y dejar conservar por ½ hora.
- Colar la infusión.
- Agregar una cucharadita de miel y el zumo de ½ limón.
- Consumir caliente o fría.