Diariamente, miles de toneladas de basura plástica se vierten al mar afectando directamente a las especies marinas, quienes al consumirla, introducen el plástico a nuestra cadena alimenticia; un enorme riesgo para la salud.
Estos diminutos fragmentos denominados microplásticos, no sólo se encuentran en el mar; están ya por todas partes, y una gran cantidad está presente en el agua potable y en el aire que respiramos.
Los microplásticos han aparecido en lugares tan recónditos como el Monte Everest, el fondo del mar y el Círculo Polar Ártico, pero nunca habían sido detectados en la sangre humana, hasta ahora.
Según un reciente estudio publicado en la revista científica Environment International, los microplásticos provenientes del entorno pueden ser absorbidos por el torrente sanguíneo de las personas; una seria amenaza para la salud y un alarmante hallazgo que demuestra que la contaminación por plástico es más severa de lo que se pensaba.