A propósito de las extremas temperaturas que está experimentando el planeta, es importante conocer sus repercusiones en nuestro organismo. Existe un límite de calor que nuestro cerebro puede resistir para funcionar correctamente: los 40℃ (104°F).
El hipotálamo es una sección del cerebro encargada de mantener una temperatura constante de 37 ℃, independientemente de la temperatura ambiental. Cuando el cuerpo sobrepasa los 40 ℃, el hipotálamo deja de funcionar correctamente y pierde control sobre el sistema natural de enfriamiento -o transpiración-, corriendo el riesgo de sufrir un golpe de calor, y poniendo en gran peligro al sistema nervioso:
* Al estar el hipotálamo trabajando en exceso para mantener una temperatura corporal adecuada, deja en segundo plano otras funciones vitales como la atención, la cual se ve claramente ralentizada.
* El sistema de comunicación cerebral también se ve afectado; los impulsos nerviosos tardan más en propagarse, haciendo que la capacidad de respuesta sea mucho más lenta.
* Al estar la persona más cansada y apática, se afecta el estado de ánimo, causando irritabilidad y confusión.
* Con el calor las proteínas se desnaturalizan -pierden su estructura y se derriten- lo cual afecta significativamente a las neuronas.
* Este proceso desencadena una respuesta inflamatoria que modifica la homeostasis, o el equilibrio del tejido nervioso, dado a que las altas temperaturas afectan la barrera hematoencefálica que protege al sistema nervioso central, alterando su equilibrio.
* Existen unas neuronas especialmente sensibles al daño: las células de Purkinje. Estas neuronas se encuentran en el cerebelo, y controlan la función motora, perjudicando gravemente la coordinación.
* El exceso de calor también evita dormir bien, puesto que otra de las funciones del hipotálamo es regular los ciclos de sueño y de vigilia.