Si te encanta comer sandía pero desechas sus semillas, te estás perdiendo de los enormes beneficios que ofrecen estas misteriosas pepitas.
La sandía -también conocida como patilla paitilla, aguamelón o melón de agua- es una planta originaria de África con gran presencia en Asia y Latinoamérica, con más de 50 variedades. Compuesta en un 94,6% de agua, sólo aporta 20 calorías por cada 100 gramos, y es un potente antioxidante. Sin embargo, sus semillas van mucho más allá que su pulpa:
La cáscara de estas pepitas es fibra en toda su expresión, excelente para la buena salud del tracto digestivo.
Su interior es rico en magnesio, un mineral que regula la función de los músculos y del sistema nervioso; también mantiene estables los niveles de azúcar en la sangre y la presión sanguínea.
Son ricas en zinc, un elemento que ayuda al sistema inmunológico a combatir bacterias y virus, además de ser indispensable para la fabricación de proteínas y ADN.
Contienen manganeso, uno de los minerales que contribuyen a producir energía, a proteger las células y a fortalecer los huesos.
Aportan grandes cantidades de proteínas, imprescindible para ayudarle al organismo a producir nuevas células, y a reparar las que están dañadas.
Antes de consumirlas, es necesario secarlas previamente en el horno a temperatura media para que no irriten el estómago, y no tomar más de un puñado por semana. Lo más práctico es molerlas en una picadora eléctrica y añadirle ½ cucharadita a batidos y ensaladas.
*Si vas a realizar cambios en tu rutina alimenticia, consulta antes con tu médico.