Aunque en un comienzo, estos muñecos con forma de bebé se crearon para ser utilizados en escuelas de parto, entrenamientos médicos o salas de emergencia, por sus grandes beneficios terapéuticos, una fábrica polaca de muñecas comenzó a producir bebés hiperrealistas -con características idénticas a las de un recién nacido de carne y hueso-, para madres que han perdido a sus bebés mediante abortos espontáneos, muertes de cuna o muertes violentas, y sufren de extrema ansiedad y depresión.
Según diferentes estudios, las reacciones de duelo después de la muerte de un hijo son más intensas que las de cualquier otra pérdida, y conllevan a un trauma profundo y prolongado. La tristeza y desesperanza abrumadora son parte de este largo proceso, haciendo que las madres sientan un vacío muy difícil de superar.
Para estos casos severos de trauma, psicólogos utilizan con gran éxito este tipo de muñecos mediante terapias de abrazo, y como un arma temporal de consuelo para procesar el dolor.