¿Y por qué?
Las populares bebidas energéticas, comercializadas como fuentes de vigor, dinamismo y resistencia, no son recomendadas por los pediatras en niños menores de 12 años. Inclusive, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), éstas no deberían ser consumidas antes de los 16 años.
Estos productos contienen enormes cantidades de azúcar, cafeína y exceso de taurina -un potenciador que estimula el sistema nervioso-; sin embargo, últimamente han ganado una gran popularidad, pues prometen una mayor concentración, entereza y tenacidad.
Una lata de este tipo de bebida, puede tener igual o más cantidad de cafeína que una taza de café, y su contenido de azúcar supera los 50 gramos, cuando se recomienda no consumir más de 25 gramos al día.
Los niños son especialmente vulnerables a los efectos nocivos de estas bebidas, puesto que altera sus sistemas neurológicos y cardiovasculares, pudiendo provocarles:
- Depresión
- Ansiedad y nerviosismo
- Problemas de concentración
- Insomnio
- Bajo rendimiento escolar
- Aumento en la tensión arterial
- Riesgo de caries, diabetes, sobrepeso y obesidad
- Enfermedades renales
- Adicción