Alrededor del mundo, más de 115 millones de animales son usados en laboratorios para experimentos de toxicología. Perros, gatos, ratones, peces, hámsteres, conejillos de India, monos y aves, son torturados mediante crueles y dolorosos experimentos, para después ser asesinados y tirados a la basura.
Según la organización internacional de protección animal PETA, estos animales permanecen en pequeñas jaulas durante su vida entera, son forzados a inhalar gases tóxicos, son inmovilizados en dispositivos de retención durante horas mientras son inyectados o rociados con químicos, a otros se les perforan sus cráneos, se les quema su piel o se les aplasta su médula espinal.
Además del tormento que sufren en los laboratorios, estos animales son privados de todo lo que es natural y esencial para ellos. Pasan sus vidas confinados, socialmente aislados y psicológicamente traumatizados; son tratados igual que un objeto desechable.
Estos laboratorios compran sus animales a criaderos especializados en producción masiva, tal y como si fueran objetos sin vida. Uno de estos (Envigo RMS), está localizado en Cumberland, Virginia, EEUU; un negocio redondo que se dedica a producir perros de raza Beagle, en masa.
Después de las múltiples peticiones de PETA, el Departamento de Justicia de Estados Unidos investigó finalmente las instalaciones, encontrando alarmantes situaciones de trato desfavorable para los caninos, como: falta de atención veterinaria, ausencia de alimento para las hembras gestantes, comida en descomposición para las crías, hacinamiento y maltrato.
Tras meses de intervención legal, más de 4 mil Beagles fueron finalmente liberados de este establecimiento, y librados de una vida de dolor y sufrimiento. Estos miles de perritos podrán ahora gozar de una vida normal en familia, como amadas mascotas de compañía.