Ucrania y Rusia tienen nexos que se remontan a la Edad Media; sin embargo, a pesar de haber evolucionado a través de la historia como naciones independientes, varias regiones de la actual Ucrania fueron en algún momento parte de Rusia.
Después de haber conseguido su total independencia a principios del siglo XX y haberse convertido en una República autónoma, Ucrania fue anexada por la fuerza a la Unión Soviética en 1920, y fue parte del bloque comunista hasta su disolución en 1991.
Aunque Rusia firmó en 1994 un acuerdo con la comunidad internacional, con el cual se comprometía a respetar la independencia y la soberanía de Ucrania, Vladimir Putin advirtió el año pasado que Ucrania y Rusia son una sola nación, y que deben permanecer unidas. No obstante, detrás de esta radical ideología de unificación, podrían esconderse varias razones geopolíticas y económicas.
Localizada estratégicamente entre Rusia y la Unión Europea (UE), Ucrania -una de las naciones más extensas y fértiles de Europa-, lleva sumida desde 2014 en un duro conflicto al Este del país -en la región separatista de Donbás-; una guerra que no sólo afecta a esa nación, sino que tiene ramificaciones más allá de sus fronteras.
Con la excusa de querer socorrer a la región separatista de la “opresión del ejército ucraniano”, las fuerzas militares rusas invadieron a Ucrania este jueves; sin embargo, según varios analistas, Putin podría estar buscando algo más que ayudar a sus vecinos:
* Evitar que Ucrania forme parte de la fuerza militar de la OTAN.
* Evitar que la península de Crimea (anexada a Rusia en 2014) vuelva a ser parte de Ucrania.
* Monopolizar el comercio del gas en Europa.
* Tener el control de los cultivos de Ucrania, considerada como el “granero de Europa”.