El gluten es una proteína presente en el trigo, el centeno y la cebada, al igual que en sus productos derivados. Aunque desde hace aproximadamente 11 mil años los humanos hemos consumido productos con gluten sin grandes problemas, hoy en día, el porcentaje de esta proteína que encontramos en los alimentos es 3 a 5 veces más elevado que el de hace 30 años, y mucho más que en la antigüedad.
Según el doctor Peter Osborn, especialista en Medicina Funcional y autor reconocido, la mayoría de la población sufre (casi siempre y sin saberlo) de alergia, intolerancia o sensibilidad al gluten, con grandes repercusiones en la salud.
El gluten es extremadamente difícil de digerir, produce cambios en la fermentación del sistema digestivo, desmantela las proteínas del cuerpo y puede llegar a producir permeabilidad en el intestino o “Leaky Gut”, y en ocasiones, puede también desencadenar la enfermedad celíaca (EC).
Algunas señales que podrían alertarnos sobre intolerancia al gluten, son:
* Enfermedades autoinmunes preexistentes
* Salud dental deteriorada
* Anemia
* Uñas y piel con erupciones
* Picazón en las manos y en el cuello
* Problemas de concentración
* Depresión
* Hinchazón abdominal, cólicos, náuseas o diarreas